
Según la Organización Mundial de la Salud, en unos treinta años habrá más de mil millones de mujeres con cincuenta o más de cincuenta años, el triple que en 1990. Muchas de estas mujeres tendrá una larga vida por delante y su calidad de vida puede verse afectada por las enfermedades y desarreglos asociados con la pérdida de estrógenos.
Desde este organismo se busca que los diferentes países activen programas de educación para que las mujeres conozcan y sepan cómo afrontar la menopausia y prevenir sus consecuencias. Este periodo de la vida puede ser sorprendentemente positivo si se tiene una buena preparación para afrontarla.
La menopausia es un periodo fisiológico en la vida de las mujeres, entre los 45 y 55 años y alrededor de los 51-52 años en países desarrollados, condicionado por cambios hormonales. Consiste en el cese permanente de la menstruación. Sus síntomas pueden empezar varios años antes.
Durante la menopausia, los ovarios dejan de funcionar, cesan las ovulaciones, y dejan de producir hormonas fundamentalmente estrógenos y progesterona. Como consecuencia de este déficit de estrógenos se acelera la descalcificación de los huesos y aumenta riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular.
La osteoporosis está precedida por la osteopenia (disminución de masa ósea) que puede aparecer rápidamente en los primeros 5 años después de ocurrir la menopausia. Con más tiempo de déficit de estrógenos y sin poner medidas adecuadas se pierde más masa ósea y a los 10-15 años se puede desarrollar la osteoporosis que se caracteriza por su riesgo principal: la fractura ósea. Hay factores de riesgo para padecer osteoporosis como ser fumadora, hacer poco ejercicio físico, el déficit de vitamina D y algunos tratamientos crónicos.
Los síntomas más característicos de la menopausia son la aparición de sofocos -sensación de calor que surge en el pecho y se irradia hacia el cuello y cara- que pueden acompañarse de sudoración intensa. Suelen ser más frecuentes por las noches.
Otros síntomas son la sequedad vaginal, la quemazón en los genitales, la frecuencia y urgencia en la micción, y una mayor frecuencia de infecciones urinarias. También es característica la pérdida de la elasticidad de la piel y los cambios en la textura, el tamaño y la consistencia de las mamas. Muchas mujeres sufren episodios de ansiedad, depresión, irritabilidad, pérdida de memoria e insomnio.
Para aliviar esos síntomas, suele aplicarse una terapia hormonal sustitutiva, que a largo plazo puede disminuir el riesgo de enfermedad cardiovascular y de osteoporosis. Asimismo, mejora el perfil lipídico en sangre.
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